Os Livros Ardem Mal

Post Scriptum: «And the winner is…»

Posted in Óbitos, Balanço, Prémios by OLAMblogue on Segunda-feira, 08-03-2010

A «coisa» chamada Os Livros Ardem Mal – um encontro mensal no Teatro Académico de Gil Vicente e este blogue – recebeu um dos Prémios LER/Booktailors: o Prémio Especial Blogosfera de Edição. O júri, diga-se, deu provas de uma rara clarividência… O prémio deveria ter-nos sido entregue no Casino da Póvoa durante as Correntes d’Escritas, mas razões mais altas impediram-nos de estar presentes. Por essa razão, e a título de modesta retribuição e agradecimento, enviámos o texto que se segue. Este texto foi ainda publicado no Blogue TAGV.

Os Livros Ardem Mal começou por ser uma conversa mensal com um escritor convidado, sempre na primeira segunda-feira de cada mês, pelas 18 h, no Teatro Académico de Gil Vicente, em Coimbra, em colaboração com o Centro de Literatura Portuguesa da Universidade de Coimbra. A iniciativa foi dinamizada desde o início por quatro professores dessa Universidade, provenientes de áreas diversas: António Apolinário Lourenço (literatura), Osvaldo Manuel Silvestre (literatura e artes), Luís Quintais (antropologia) e Rui Bebiano (história).

Nas temporadas de 2007-08 e 2008-09, passaram pelo Teatro Académico, entre Outubro e Julho, 20 escritores, tomando «escritor» na acepção mais lata: jornalistas, poetas, romancistas, um dramaturgo, um teólogo, um cientista, três músicos, ensaístas, etc. As conversas eram acompanhadas da sugestão de livros recentes, apresentando cada membro do painel as suas escolhas. O painel foi a certa altura alargado e passou a inclui, além dos membros antes referidos, Catarina Maia e Salomé Coelho.

A iniciativa passou a contar, desde o início de 2008, com um blogue com o mesmo nome, no qual colaboraram ainda Ana Bela Almeida, Manuel Portela, Miguel Cardina, Pedro Serra e Sandra Guerreiro Dias, a que se juntou por fim Pamplinas.

O OLAM, como passámos a chamar-lhe entre nós, foi um momento alto e festivo na nossa vida, uma pedra branca no calendário: a segunda-feira em que íamos reencontrar os funcionários do Teatro que deram sempre o seu incondicional apoio à iniciativa – a Elisabete Cardoso, a Marisa Santos, o Mário Henriques, a Teresa Santos – e o nosso público, que foi de uma fidelidade surpreendente e, vista em retrospectiva, comovente.

Este Prémio Especial Blogosfera de Edição honra-nos, mas honra também a colaboração que, quase sem excepções, o mundo editorial concedeu à nossa iniciativa: enviando livros solicitados por nós, ajudando na logística dos autores escolhidos e, por vezes, na promoção. Se não falamos apenas do blogue é porque o OLAM não foi apenas um blogue, mas sim uma vontade muito intensa de pôr as pessoas a falar de livros e por intermédio de livros, recorrendo a alguns dos meios ao nosso dispor.

Como imaginam, a decisão de parar foi difícil. Mas tudo tem um tempo e nada pior do que insistir fora de tempo. Um prémio destes, porém, vem sempre a tempo. Muito obrigado.

Comentários Desativados em Post Scriptum: «And the winner is…»

Homem e bolo (Alberto Santamaría)

Posted in Óbitos, Poesia, tradução by Pedro Serra on Sábado, 11-07-2009

Em que bolo sonhado se tornou a massa folhada invisível
para ver, sem ser visto, de dentro, o mundo?
que imaginação nasceu das natas?, que bolo
de Giges me fez acariciar o dorso
do cão, o débil choro do pássaro,
dizer, enfim, “além” ou “aquém”,
segundo mo ordene a língua? Que diabo
fazia um homem dentro do bolo
senão ser ele mesmo esse bolo? Lá dentro,
sem espaço e sem tempo,
que fazia
Senão esperar o grito, a surpresa?:

– “tomai, este é o meu corpo”.

Que fazia, senão começar sempre de novo?

Trad.: Pedro Serra.

Comentários Desativados em Homem e bolo (Alberto Santamaría)

Fin de la minotauromaquia

Posted in Óbitos, Cinema, Livros, Polémica by Pedro Serra on Terça-feira, 07-07-2009

 joseph b,_1974

“the eye is infinitely more potent than the gun”

Donna Haraway

Ni pingüinos, ni salmones, ni la ardilla roja, ni tan siquiera el lagarto del Loch Ness. Cuando cruzas el límite del bosque de los 100 acres, allá no conversarás con un Winnie the Pooh muy pulido por el tao (cfr. Hoff, The Tao of Pooh). En Grizzly Man (2005), Werner Herzog vuelve a los enemigos íntimos, acaso a la alteridad más recóndita e intratable (y, por ello, objeto ‘teológico’): la enajenación, que el documental modula en la cándida visión pastoril de un eco-guerrero: Timothy Treadwell. Radical revisión de los supuestos antropomorfizantes y humanistas del utopismo naturalista (que no ‘ecologista’) militante, la vida y muerte de Timothy Treadwell es la historia, justamente, de un encuentro impensable, de una regresión imposible: el reencuentro del hombre con una naturaleza totémica, la exterior pero también la interior (algo como una ‘naturaleza humana’). Hagiografía de la locura, pero también de una santidad distintivamente ‘étnica’ (es decir, de una santidad made in EE. UU. A.), la vida y muerte de San Timothy, cruce de restos del romanticismo transcendentalista americano y del idealismo rousseauniano, embarcado en una robinsonada al límite del límite, ve en el hermano oso un igual. De hecho, quiere ‘ser un oso’ y se comporta como un oso. Fábula, una vez más, americana: el mundo de la infancia, de la infancia en una familia de ‘clase media’ –motor naturalizado de la Historia, o de una Historia naturalizada, arcadia burguesa truncada por una deriva juvenil de alcohol y drogas (sic)–, es recuperado en el Katmai National Park. Bien literaria la ‘expiación’, en lo que tiene de búsqueda de una nueva frontera de redención, dónde se pueda empezar de nuevo, hacer tabula rasa, devenir adámico en la fusión humano/animal. Allá en la península de Alaska, habrá tenido Timothy su “day of reckoning”. Allá se salva, allá reencuentra padre, madre, acaso novias más y menos peludas: su zoo privado, su familia íntima (¿la familia es un zoo privado?). Una familia reinventada desde lo “fraterno”, una familia post-patriarcal porque no se basa en la domesticación. En fin, si el oso es su osito de peluche que los padres muestran a la cámara, el Katmai National Park es su zoo íntimo.

Su zoo íntimo… De ahí la invectiva delirante contra las autoridades del parque, enfrentamiento implacable a un Estado hobbesiano, a una sociedad leviatanesca, que inventa una política de reservas, inventándose al mismo tiempo como operador de distinciones, entre ellas, la más destacada, la que distribuye ‘lo animal’ y ‘lo humano’. Aún y siempre, invención decimonónica, romántica. Timothy, el individuo frente al Estado y a la Sociedad… pero ¡ojo!: ya es sólo el individuo como fantasma, pues Timothy no ‘da la cara’, no se enfrenta ni a poachers ni a turistas, los mira de lejos. Está allí, justamente, como locus genii. Y nada más es que espíritu del lugar en tanto que ‘personaje’ de su propia fábula, su auto-filmación. Asimismo, acaso el Estado enfrentado ya sólo es pensable como fantasma también. “Fuck you, fuck you”, corte de mangas, “Fuck you, fuck you”… armas con que Timothy, muy a lo Bouncy Tigger, hace la hipóstasis del Leviatán fantasmal. Aporías y agonías de la política de la amistad (cfr. Derrida, Politiques de l’amitié) y/o de la enemistad (cfr. R. de la Flor, “¡Oh amigos míos: no hay amigos! Políticas de la enemistad entre el Barroco y la Ilustración española”).

Acerquémonos, pues, al abismo de esa demanda de un engendro híbrido hombre-oso. Pero lo haremos trabando la escritura con otro devenir-animal: “man coupled with his animal in an underlying act of bullfighting” (Deleuze, “The Body, the Meat and the Spirit: Becoming Animal”). Un devenir-animal para nosotros más situado, el hombre-toro, ese “semidios bestial” táurico del que habla Michel Leiris en Espejo de tauromaquia (1938). Un acercamiento transversal –el Planeta del Oso y el Planeta del Toro, americano uno, hispano el otro– mediándolo por el límite borroso/borrado de la copulativa humano/animal. Herzog, Leiris y el dimidiado minotauromáquico.

Lo último primero: natura non fecit saltus, no hay comer ni ser deglutido, ni un cordero que fuera lobo, tan sólo un estar ahí –los insectos (a Timothy Treadwell no le gustan… ¿herencia de una retórica calvinista/puritana de un Jonathan Edwards y su “Sinners in the Hands of an Angry God”?), aunque no creas en ellos, los insectos están siempre ahí, pura inmanencia, lo Real–, una ondulación de diferentes intensidades, sin expansión o contracción. Ecce imago: ¿La mirada de un oso? ¿La mirada de un toro? ¿Qué ‘mirada’? Un ombligo invidente, un ombligo en el paisaje, la plaza como ombligo. En tanto que espíritu del lugar, Timothy borra la distinción entre yo y afuera. Pudiera ser que su mirada a la cámara fuera tan vacía como la del OSO 141. La cámara digital, el metraje digital de más de cien horas de grabación, ¿es mirada de qué o quién? En todo caso, lo que cuenta es el ojo de la cámara, nueva “máquina en el jardín” bucólico americano (cfr. L. Marx, The Machine in the Garden. Technology and the Pastoral Ideal in America).

(more…)

Comentários Desativados em Fin de la minotauromaquia

Ver para crer

Posted in Artes, Óbitos by Osvaldo Manuel Silvestre on Sexta-feira, 26-06-2009

A. D.: Antes da Decadência. Num estado rigorosamente intangível, meio milímetro acima do atrito do mundo. Este é Michael Jackson. Tudo o que veio depois era já dolorosamente póstumo. E, como sempre foi manifesto, ele tinha uma trágica consciência disso.

Comentários Desativados em Ver para crer